La disolución del Estado Imperial español a partir de 1808, provocó la primera y más grande crisis política de la historia de Chile. Esta se prolongó desde ese año hasta 1830, cuando se logró establecer un ordenamiento político más o menos definitivo. Así, en un total de 22 años, Chile dejó de ser una colonia y pasó a ser una República independiente que empezaba a organizarse.
La complicada situación que España vivía en la Europa convulsionada por la Revolución francesa, tuvo un punto cúlmine en la ursurpación del trono español por parte de Napoleón Bonaparte y la posterior entronización como Rey de José I, hermano del Emperador francés.
Reacción ante la crisis en España
Ante la invasión y también ante la inoperancia de las autoridades e instituciones establecidas, el pueblo español se levantó en armas y buscó sus propias formas de organización. Surgió así una multitud de Juntas de Gobierno que posteriormente se unieron en la Junta Central Gubernativa, que tuvo su sede en Sevilla. A inicios de 1810 esta se disolvió, dando lugar al Consejo de Regencia y posteriormente a las Cortes Extraordinarias de Cádiz.
Si bien es cierto que la primera reacción de los chilenos ante la prisión del Rey Fernando VII fue de la más absoluta lealtad, en Chile la desarticulación del Imperio español se conjugó con una crisis local. Los hechos ocurridos en el país a partir de 1808 —que tuvieron como principales protagonistas al Gobernador Francisco Antonio García Carrasco y al Cabildo de la capital— fueron marcando la ruta hacia la autonomía.
Primeros ensayos de gobierno
En Chile, la aspiración de autonomía frente al Imperio español dio un gran paso adelante con la constitución de la Primera Junta de Gobierno, en septiembre de 1810. Este movimiento, que originalmente planteó la idea de la defensa de los derechos del Rey cautivo, poco a poco fue derivando en una Revolución de Independencia. Dicho movimiento perseguía cortar los lazos existentes con España y asentar firmemente el derecho de los chilenos a gobernarse por sí mismos.
Durante la Patria Vieja (1810-1814) se hicieron varios ensayos de gobierno republicano y los hechos fueron planteando, cada vez con más urgencia, la necesidad de contar con un ordenamiento político que definiera con claridad lo que se proponía el movimiento.
Los más radicales planteaban la necesidad de una ruptura con España. Un importante papel en esta realidad política le cupo a José Miguel Carrera, quien a través de sus golpes de Estado fue guiando la Revolución hacia esta meta. Esos mismos años fueron los que presenciaron el inicio de las hostilidades militares.
Las autoridades virreinales de Lima vieron con creciente preocupación el curso de los hechos que se producían en Chile y en 1813 decidieron que había llegado la hora de actuar militarmente. Si no lo hicieron antes —tal como había ocurrido con otros movimientos revolucionarios como los de Quito, el Alto Perú y Buenos Aires— se debió a los profundos vínculos económicos que existían entre Perú y Chile. Estos obligaban a esperar el momento más preciso para ordenar una invasión, sin provocar grandes daños al comercio entre ambos territorios.
Restauración de la Monarquía
Desde el Perú salieron consecutivamente tres expediciones militares, comandadas por Antonio Pareja, Gabino Gaínza y Mariano Osorio, que finalmente lograron —gracias a la división provocada entre los revolucionarios chilenos por el tercer golpe de Estado de José Miguel Carrera, originado por su rechazo a las cláusulas contenidas en el Tratado de Lircay— reincorporar el país a la Monarquía , entre 1814 y 1817.
Por Ascanio Mendoza D.
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